Camiseta La Pascua y el Poder Silencioso de Jesús

Sagrada Escritura:
“Mas Dios demuestra su amor para con nosotros en esto: en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” – Romanos 5:8

La Pascua siempre me sorprende.

No en el sentido del calendario; sé cuándo llegará. Pero espiritualmente, emocionalmente... tiene una forma de pillarme desprevenido. Quizás sea la forma en que la primavera florece silenciosamente, un pétalo a la vez. O quizás sea cómo la historia de la cruz nunca pasa de moda, sin importar cuántas veces la hayamos escuchado.

Todavía me destroza.
Todavía me reconstruye.

Recuerdo aquella mañana: la piedra removida, la tumba vacía, el silencio atónito antes de la alegría. No fue ruidoso. No fue ostentoso. Fue un triunfo silencioso que lo sacudió todo.

Y eso es lo que más me gusta de la Pascua. Me recuerda que la resurrección no siempre es grandiosa ni ostentosa. A veces es lenta. Suave. Se manifiesta en las pequeñas cosas, como una oración murmurada en la cama, un versículo garabateado en una servilleta o incluso las palabras impresas en una camiseta de Jesús .

Sí, lo sé, es solo una camisa. Pero últimamente las veo de otra manera.

Las camisetas de Jesús como testimonios modernos

Me puse uno en la tienda hace una semana. Decía algo directo: «Jesús lo cambió todo». No le di importancia. Pero una mujer que estaba detrás de mí en la fila me tocó el hombro y dijo: «Necesitaba ver eso hoy».

Eso es todo lo que ella dijo.
Y eso fue suficiente.

Me di cuenta de que tal vez nuestra fe no siempre se comparte a través de sermones, publicaciones o podcasts.
A veces, es a través de algo tan cotidiano como una camiseta de algodón y un momento pasajero.
Una semilla plantada, no con fanfarria, sino con fe silenciosa.

Llevando Resurrección

Esta Pascua, pienso menos en lo que llevo puesto y más en por qué lo llevo puesto.

Una camiseta de Jesús no me salva.
Pero me recuerda a Aquel que lo hizo.

Me conecta con los pies en la tierra. Me mantiene anclada en un mundo que me atrae de mil maneras diferentes. Y en una época como la Pascua, cuando la muerte da paso a la vida, cuando la desesperación da paso a la esperanza, me siento bien al llevar algo que refleje lo que sucede en mi interior.

Así que no, no se trata de hacer una declaración.
Se trata de compartir una historia.

La historia de un Dios que se hizo a un lado, que fue herido, que fue redimido.
Un Dios que sigue apareciendo: en la iglesia y en los jardines, en los corazones destrozados y en las nuevas oportunidades…
y tal vez incluso en lo que vestimos.

Él ha resucitado.
Y eso hace toda la diferencia.